giselleblog

jueves, octubre 25, 2007

Soda Stereo, crónica de un fanatismo anunciado

Anoche, 24 de octubre, podía observarse a una loquita sujeta con las dos manos a una baranda de contención tratando de saltar en un espacio minúsculo y coreando a todo pulmón. Esa loquita era yo.

Al menos no era la única… otras 67,000 personas en espacios igualmente minúsculos trataban de saltar, corear y tal vez hasta respirar igual que yo.

Era mi tercera vez en sus conciertos. La primera vez en sus inicios, yo ni siquiera había salido del colegio y fui a un coliseo a verlos. La segunda su despedida en una universidad local. Y esta la tercera en su reencuentro después de 10 años… 10 años ya, como pasa el tiempo…

Llegamos tarde, ya no somos universitarios despreocupados sino madres de familia y miembros de la PEA, además del taco terrible de la salida de las oficinas que fue un retraso extra. Apenas pasábamos la entrada cuando sonó la bienvenida de Cerati… La carrera hasta la entrada al estadio después de mucho tiempo sin hacer ejercicio casi me causa un ataque cardiaco, realmente estamos en muy mal estado físico…

No recuerdo cual fue la primera canción porque estabamos batallando por encontrar un lugar, hasta que algunas almas caritativas se apiadaron de nosotras (iba con una amiga) y nos dejaron pasar a un lado de las graderías, en Andes, donde se supone que es el corredor para subir y bajar. De allí casi colgadas de la baranda tuvimos una vista espectacular del escenario.

La ciudad de la furia, Sobredosis de TV, Signos, Prófugos, PicNic en el 4to B, Cae el Sol, Tele-Ka, Cuando pase el temblor y muchas otras fueron hilvanándose en el escenario junto con algunas no tan favoritas. De Musica Ligera fue para mi el peak, olvidando totalmente que estaba en una subida de enanas dimensiones y de que tenía un pie lesionado salté gritando eufóricamente, “de aquel amooooorrr, de música ligeraaaa… nada nos libraaa, nada mas quedaaa…”

La prensa crítico abiertamente el hecho de que fueran tan parcos en la comunicación con el público… Bueno, si, la verdad que tratándose de algo tan emocional como un reencuentro tal vez debieron hablar más, pero la verdad sea dicho si eso restaba una canción a la presentación, prefiero que se dediquen a cantar más.

Las grandes ausentes para mi, Canción Animal, Paseando por Roma, Ella uso mi cabeza como un revolver, Te hacen falta vitaminas,… Anyway, estuvieron casi todas las que me gustaron. La presentación fue impecable, el sonido bastante bueno, la pantalla que proyectaba imágenes increible en efectos y la iluminación era otro componente del concierto.

La luna casi llena le dio un marco especial a la noche. Curiosamente fue el regreso más fácil que he tenido, nada de largas caminatas esperando un auto, encontramos casi inmediatamente un bus y luego una tranquila caminata de tres cuadras y ya estabamos recogiendo el auto dejado en casa de una amiga.

Un concierto para la nostalgia, para recordar esos años 80, los amigos, los cassettes, las idas a la playa, los campamentos y tantas y tantas cosas que caracterizaron esa rica época, la despreocupación de ser joven y libre de ataduras.

Espectacular Soda, gracias totales!!!

miércoles, octubre 24, 2007



Almorzando con un teléfono celular

Ya se que se ha escrito mucho sobre este tema, pero dado que este blog lo escribo para mi y un par de personas mas que lo leen a él me refiero de nuevo.

Mi adorado tormento es un cautivo convicto y confeso de los teléfonos celulares. Maneja dos que suelen sonar al mismo tiempo asi que pasas por la divertida situación de verlo con uno en cada oreja o por la irritante de que pienses que está hablando contigo cuando en realidad le está respondiendo a otra persona.

Me parece que soy bastante comprensiva con el tema y pues tampoco me hago dramas si lo llaman, pero a veces la cosa se pone pesada, sobre todo cuando el susodicho te llama de pronto para invitarte a almorzar y la situación va más o menos así:

Yo: “si, porque la verdad que xxxx fue muy divertido…”
El Celu: “ringggg”
El: “un ratito… blablabla…”
El Celu: “clic”
Yo: “bueno, como te iba diciendo…”
El Celu: “ringggg”
El: “un toque, no hables que es mi jefe… blablabla…”
El otro Celu: “ringggg”
El (poniendo el Celu en hold y respondiendo el otro Celu): “si, don xxxx, por supuesto que blablabla….”
Yo (sacando la palm para jugar solitario): “pic, pic, pic…”
El (poniendo El Otro Celu en hold y recuperando El Celu): “ajá, si ya, es que era….”
Yo: “pic, pic, pic…”
La Comida: “Hey, que me enfrío…!”
El: “Ya, ok, chau,… perdona amor, ya en que estabamos…”
El Celu: “ringgg”…

Y así sucesivamente. Y mi miserable celular no timbra, maldito, al menos hazme quedar bien… Ahora que con la Palm no quedo tan mal, pareciera que estoy haciendo citas para algun negocio importante, pero si alguien pasa muy cerca mi coartada queda arruinada con la pantalla verde del solitario.

Bueno, en resumen, de la supuesta hora de refrigerio más o menos tendremos de conversación efectiva unos 15 minutos. Si a eso le restamos la cantidad de tiempo en que su cara de estress me dice que está pensando en cualquier cosa menos en lo que tiene delante, pues es hora de irse.

Entiendo totalmente que es su trabajo, que tiene que atender gente y todo eso, no crean. No soy una bruja tampoco, pero como que uno se siente muy chiquita de pronto. Si a eso le sumamos su brillante puesto comparado con nuestro miserable escritorio y exiguo ingreso esporádico pues casi dan ganas de decir no a la siguiente invitación a almorzar.

Espero que los implantes de teléfono tarden mucho en llegar pues probablemente será el primero y gracias al cielo que su jefe es de lo mas amarrete porque ya tendría un aún más esclavizante blackberry en el bolsillo.

Me conformaré en adelante con seguir jugando con mi Palm. Tengo un nuevo juego y está super adictivo.

martes, octubre 23, 2007

Sobrecogiéndome

Anoche no encontré nada que hacer y me puse a ver el Código Da Vinci. Confieso que me gustó el libro, fuera de toda la controversia, me entretuvo mucho y me quedé pegada hasta devorarlo de una sentada.

No soy fanática religiosa ni fanática agnóstica, oscilo entre las partes menos fanáticas de ambos lados. La verdad es que se me hace más fácil creer una versión más espectacular de la historia como la que presenta el libro, pero en todo caso me tiene sin cuidado cual es la historia real, me basta con tener mi poquito de fe que me mantiene en el lado de los cuerdos cuando no hay nadie más a quien acudir.

Sin embargo una parte que me gustó mucho, de hecho la única que vale para mi de toda la película es el final, el paso rápido de Langdon por la línea de la rosa hacia el Louvre que termina con él arrodillado sobre la supuesta tumba de la magdalena. Pero la escena no tendría ningún efecto sin la magistral música de Hans Zimmer. El minuto mismo en que Langdon posa su rodilla en tierra sobrecogido por la inmensidad de lo que acaba de descubrir, un instante de suprema adoración con la música elevándose como olas en el fondo y la noche y sus estrellas ahí arriba casi me transportan a la pantalla y me hacen sentir la poseedora de tal vez el secreto más grande, me hacen posar una rodilla imaginaria ante la tumba de la depositaria del fruto del hijo de dios.

Saber es poder. Pero que saber y que poder si fuera cierto verdad?

Tratando de adelantarme a la parca

Hace 10 años la parca me tocó la puerta un día en forma de un cáncer de colon. A mis 25 años, casi 26, era un ente mayormente depresivo que vivía pensando en si mismo y en lo terrible e injusta que era la vida. Mi adolescencia se alargó bastante y mi estupidez también.

Casi sin darme cuenta me vi arrastrada a operación, quimioterapia, controles, exámenes, miles de horas en centros médicos, clínicas, hospitales. Arrastrada por padres, tíos, abuelos a sacerdotes, misas, a los que iba con la sensación de estar cometiendo un robo, sensible a medias, tratando desesperadamente de dar con la médula de la fe o al menos de parecerlo.

Un año después todo iba bien, dos años después también, cinco también. Definitivamente mis pensamientos tomaron otro rumbo y dejé de estar tan metida en mi misma, pero tampoco demasiado. Y entonces un primo mío, tal vez el mejor de la rama murió de lo mismo (tengo que aclarar que este es un cancer hereditario extendido en la familia de mi mamá), y eso si fue un shock. Era un primo hecho a punta de esfuerzo, con una bonita familia, un hermoso niño de un año apenas, un gran puesto ganado a pulso.

Yo no tenía nada que ofrecer al mundo más que mis quejas. El lo había hecho todo. Era una de esas cosas del destino o alguien se equivocó en quien debía vivir. Fue difícil tragar esa píldora.

Tiempo después mi vida di un vuelco más y me fui a vivir sola a otro país. La euforia del sentirse libre y la parte down del sentirse sola iban intercalándose. Hasta que llegó él. El que no pensé que llegaría. Y tras él dos hermosos niños cuya concepción y buen resultado tras el año de quimioterapia y otros varios problemas ginecológicos siguen siendo un misterio para varios médicos.

Y la parca me viene a tocar otra vez… En otra etapa y con otras prioridades en mente, esta vez nadie tuvo que arrastrarme a buscar desesperadamente como deshacerme de esta maldita herencia. Me fui al contraataque con todo y con un excelente y agresivo médico de mi lado sacamos todos los órganos posibles y factibles de enfermarse de momento.

Teniendo en mente a mi familia no fue difícil decisión. Como pensar en no estar presente en la boda de mi niña o en la graduación de mi niño. Como pensar en no celebrar mis bodas de plata con el hombre que amo. Imposible. Imposible, me repetía en la sala de recuperación en los segundos de lucidez intermitentes de la post operación, cuando despertaba con la alarma del monitor anunciando que mi presión se bajaba del mínimo. Afortunadamente la anestesia no me dejaba asustarme lo suficiente. Imposible, me repetía los días subsiguientes tratando de desenredar la tubería colgandome del brazo. Imposible, seguía pensando para aguantar las náuseas imparables de tanta medicina revuelta. Imposible, repetía hasta la locura para soportar el dolor lacerante de estornudar.

Y pasó, y volví, y tuve el placer indecible de ver la carita estallando de felicidad de mis niños al verme de nuevo. Abrazar a mi esposo y quedarnos asi por horas.

Por supuesto esto no ha terminado y la espada de damocles sigue y seguirá sobre mi cabeza esperando atacar. En un años, dos, cinco, diez, quien sabe, un maldito gen dará la maldita orden y todo empezará de nuevo y tendré suerte si esa vez es un pedazo que se pueda quitar y lo descubro a tiempo.

Resignación, plan de dios? Give me a break como dicen los gringos… me va mejor pensando que fue una terrible mala pata, como otros heredan sindromes de down, malformaciones y tantas cosas que pueden salir mal. Un problema de estadísticas que lamentablemente afecta a casi toda la familia y afectará a mis descendientes. Al menos puedo hacer lo posible por adelantarme y mantenerme en el planeta.

Por ellos, por esos dos bichitos sonrientes y ese gran oso meloso.