Mi hombrecito
Mi hombrecito no tiene dos años pero cree que tiene diez. Desde que nació entró en una maratón de superación de obstáculos. Levantó su cabecita, sonrió, se sentó, gateó y caminó antes que la mayoría. Parecía haber llegado a batir récords.
Mi hombrecito tiene dientes de ratón que sobresalen de su sonrisa y una mirada matadora cuando se pone retador. Le encanta poner a prueba tu paciencia quedándose quieto cuando quieres que avance o sentándose cuando quieres que se pare.
Mi hombrecito está dejando de ser mi bebé. Tal vez los pañales y el biberón sean lo único que queda de ese escurridizo cachetón que nos hacía perseguirlo por toda la casa. Ir al jardín de infantes fue todo un descubrimiento para él e hizo amigos apenas llegar, tiene un imán especial con las niñas, tal vez sea precisamente esa carita de pendex de nacimiento.
Ahora quiere conversar y habla bastante para su edad. Quiere jugar conmigo y me arrastra por toda la casa para buscar “más tutu cars” o sus autos. Hay tantos autos en casa que caminar es una aventura. Adora sentarse con papá a ver las carreras y papá adora lo mismo.
Mi hombrecito es terco y ama salirse con la suya. Si para él un círculo es un triángulo o todos los animales hacen guau, es mejor que no lo contradigas porque puede terminar convenciéndote. O gritándote "tonto" que junto con "no" es su palabra favorita últimamente.
Mi hombrecito no le da besos a nadie y conseguir que te dedique un “adios” es un triunfo, pero adora los abrazos y dormirse cargadito contra mí. Eso me consuela, pero igual seguiré intentando arrancarle un beso.
Ama a su hermanita con todo su corazón y es para el su ídolo más grande, aunque le encanta torturarla quitándole sus cosas o parándose en el libro que está leyendo, supongo que para llamar su atención. Lamentablemente sus intereses son muy diferentes como para que sean tan compinches pero se llevan muy bien.
MI hombrecito detesta verme salir y si podría abrazarse a mis piernas lo haría. Quedarse solo conmigo es un momento feliz. Se le olvidan las pataletas y los engreimientos y solo quiere que juguemos, llevarme por toda la casa de la mano o ir a la calle. Cantamos y "conversamos". Hacemos un poco de lucha libre. Comemos galletas y hacemos burbujas en el jugo.
Mi hombrecito ama los juegos locos, se lanza de cabeza desde el tobogán más alto, sale corriendo hacia la piscina o el mar sin pensar dos veces que no tiene piso, trepa los muebles y hace circuitos y por supuesto se da sus buenas caídas en el camino. Está creciendo tan rápido y se siente tan a gusto siendo grande que me pregunto todos los días que fue de esa masita frágil de los primeros meses.
Supongo que así es la vida y si él es feliz yo soy feliz. Igual seguiremos detrás, tratando de evitar sus caídas y sujetando su piecito para que llegue más arriba. Y tratando siempre de lograr el tan deseado besito.